jueves, 16 de junio de 2022

64-EL HADA QUE NO INVITARON

 El hada que no invitaron

Kalos el hada que no invitaron, pensó que se había debido a una simple omisión, jamás se le hubiera ocurrido que fuera parte de un maléfico plan. El artífice de todo esto había sido nada menos que Polly-Ya, la líder del grupo. Sistemáticamente se reunían cada siete años en el bosque de secuoyas. La invitación llegaba con una palabra y unas notas musicales que al cantar entonadamente les permitía atravesar la corteza más frondosa. 

Este año esperaban la llegada de un mago desde la tierra del sol naciente, que traería ese elixir tan preciado por las hadas enamoradas. Unas pocas gotas del brebaje podían materializarlas como humanas por un tiempo indefinido en la tierra. Pero solo a una de ellas le estaba permitido hacerlo. Todas se mantenían invisibles a los humanos y como tales circulaban por sus vidas sin que siquiera las percibieran. Ambas conocían al Príncipe del bosque, ambas soñaban con esposarlo, ambas desconocían al mago y de qué modo se haría presente. Kalos en cambio, sabía que dicho mago era un Silfo, un espíritu en el aire.

 De pequeña su abuela le había contado el modo en que había podido cumplir con el sueño de casarse con el heredero del clan del norte y poseedor de la Bandera de las Hadas. La ayuda del mago fue muy propicia y algún día, sin saber ni cómo ni por qué, sabría ella de qué le estaba hablando. 

Pasó mucho tiempo hasta que Kalos descubrió los signos que identificaban su enamoramiento y como si fuera un portal abierto en su pensamiento, pudo comprender el camino que la llevaría a su plenitud. Debía encontrar a la secuoya en cuyo interior se encontraba la Bandera de las Hadas y que le serviría para que el Silfo la identificara.

Su abuela entonces apareció en sus sueños y le marcó el preciado árbol. Para penetrar la corteza debía usar la palabra y la nota musical que poseía Polly-Ya. Hada ambiciosa, si las había. Avara y dispuesta a todo con tal de tenerlo todo. Incapaz de dar amor y por lo tanto de recibirlo. Su vida transcurría en una continua lucha por ganar y sentirse única. Ella creía que el mago la reconocería si vestía con el Tartán del Rey.

Kalos la conocía muy bien, pero no estaba dispuesta a entrar en su juego. Ella era un ser puro y con la inocencia necesaria para no hacer maldades. Como tal quería mantenerse, por su honor y por el de sus ancestros. Amaba al Príncipe, pero no su poder ni posesiones. El cuervo que respondía a las órdenes de la líder, también era un mercenario, pero, simpatizaba con Kalos. Curiosamente conocía los deseos de ambas y le propuso a Polly-Ya, traerle el Tartán del Rey a cambio de la clave para pasar la corteza. La ambición la superó y acordó el intercambio con el cuervo.

Con la clave en su poder fue al encuentro de Kalos, le dio la clave si le prometía dejarle beber parte del elixir. El cuervo era un ser enamorado que fue atrapado por los engaños de Polly-Ya y creyó encontrar el modo de liberarse.

Cuando la Bandera de las Hadas estuvo en poder de Kalos, el Silfo de oriente se materializó en mago. Aunque éste no había llegado para cumplir los deseos individuales de cada uno. El Supremo Creador lo había enviado para restablecer el orden, luego de que percibiera el mal destino que cada uno le había dado a sus dones y poderes. La fraternidad y el amor habían sido cambiados por envidia. La generosidad por avaricia. La paciencia por ira y la humildad fue ganada por la soberbia.

Los cambios que realizó el mago no se hicieron esperar. Fue así que el Príncipe pasó a formar parte del reino de las hadas, dándole oportunidad a Kalos de hacer pareja con él.

El resto de las Hadas convinieron en un nuevo Jubileo donde elegirían otra líder.

Y para suerte del cuervo, Polly-Ya quedó convertida en una preciosa Corvus Cornix y fue perseguida por este en el resto de sus días. 

Charly.


 

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