viernes, 19 de febrero de 2021

A veces el viento

A veces el viento trae algunas voces. 

Las voces de aquel árbol que supo lo que era ser una casa, cuando dio cobijo al nido de las tórtolas.

Las voces de una pandilla de zorzales escondidos entre las hojas de la parra, que parecen llamar al color violeta de las uvas, que al madurar, les de jugoso alimento.

Las voces armoniosas de los cardenales amarillos, cuando sopla el viento del este y su trino nos sorprende en la orilla del Paraná.

Las voces cuando agita las ramas de los árboles o pasa sibilante por las rendijas de los taparrollos de las ventanas.

Las voces del interior de la casa del Ataúlfo donde vive con su familia, con el llanto de su recién nacido, exigiendo a gritos las cosas más elementales, las quejas casi imperceptibles de los mayores al sentir que pierden sus derechos o las discusiones en tono alto con su mujer, cuando ambos no priorizan la tolerancia.

Cuando el viento pasa en su misterioso viaje, se transforma como lo hacemos nosotros al viajar, nunca seremos iguales. Puede que modifique su intensidad, desde una amorosa y suave brisa, que nos serene y refresque en noches tórridas, hasta un trágico tornado que arrastre todo a su paso y su voz terrorífica nos desconcierte. 

Pasa el viento y nos trae voces, también aromas, a lavanda de esas cuchillas como pintadas en verde y lila; aroma a pan recién horneado, desde la cuadra de Doña Pepa y cuando pega el sol, el aire se manifiesta pasando por el corral de los Gomez tornándose desagradable.

Algunos vientos tienen su nombre y características propias, para los que disfrutan vivir en la Patagonia Central, tenemos el Kóshkil, nombre de origen Tehuelche, circula de la Cordillera al Atlántico y determina el clima seco, alimentando las granjas eólicas.

En el Río de la Plata aparece la Sudestada, formada por vientos fríos que rotan del cuadrante sudeste, mezclando el frío polar con la humedad oceánica.

En dirección norte-sur, desde Formosa a las Islas Malvinas sopla el Cudo. También del noroeste aparece un viento suave llamado Norte que cuando baja fuertemente el barómetro, altera a personas meteorosensibles (algunos lo llaman el viento de los locos), luego da lugar a la aparición del Pampero, que sopla de sur a norte sobre toda la Pampa. En la cordillera sopla el Zonda, seco y sucio por el polvo que arrastra.

Los griegos tenían en su mitología los Anemoi, dioses del viento, que correspondían a los cuatro puntos cardinales, dominados por Eolos, eran principalmente, Euros, Notos, Céfiro y Bóreas.

El viento está siempre ligado a la vida del planeta, sea en la erosión de los suelos, en el crecimiento de ríos y mares, también en su descenso. En los incendios, acrecentándolos o con sus cambios de dirección ayudando a extinguirlos. Ayuda al animal y al ser humano acercándoles las voces de peligro, pero también la cercanía de un posible alimento. Infla las velas de los barcos y nos provee de energías renovables.

El viento viene y va como la vida, a veces se comporta como un soplo, positivo cuando al oído nos susurran voces de pasión o negativo si nos soplan la dama, en el ajedrez o en el amor.

“Todas las hojas son del viento”, nos canta en un poema el Flaco Spinetta y en otra canción Lito lo pone en ruego a un pájaro para que el viento haga que lo libere de esa jaula de barrotes de lluvia.

Voces, hojas, agua, aves, barcos… palabras todas ligadas al texto que si no se plasmaran en un escrito, tal vez se las llevaría el viento.


Charlybicen.


 

domingo, 7 de febrero de 2021

DE PRONTO

De pronto, todos los carteles cambiaron mostrándonos el nuevo idioma y lo difícil que nos resultaría entendernos. Alemania, país que nunca pensé en elegir en mi primer viaje, estaba presente; sentí la emoción al estar en la tierra de parte de mi familia paterna y también el resquemor de que nadie me hubiera transmitido ninguna costumbre o tradición de este hermoso pueblo. Desde la frontera marcada sólo por las nuevas banderas hasta el próximo destino quedaban unos 260 km, igual antes nos detuvimos en un parador en Wattenheim, ciudad que pertenece al estado de Renania. 

Con la prima Betty, que me acompañó en el viaje junto a su marido, compartimos la curiosidad por los objetos raros y en la tienda de antigüedades frente al parador,  ambos pusimos la vista en el más pequeño objeto de una estantería poco frecuentada, al decir por el polvo acumulado. La dueña, una pintoresca alemana vestida con un típico atuendo de la zona, larga cabellera extremadamente rubia, armado su peinado con dos trenzas y una pequeña cofia color verde, se presentó y en un dificultoso español, nos terminó explicando que se trataba de un sonajero onomatopéyico y como nunca lo había hecho funcionar, lo tenía arrumbado en ese estante. Betty lo tomó y de pronto se escuchó ¡Pfff!, la alemana al instante, le dijo: “vos dueña”, y al mostrarle la palma abierta comprendimos que su valor era cinco euros. Betty quedó sorprendida y encantada a la vez, sumándole que al pagar escuchamos un ¡Muac! como beso de bienvenida. Acto seguido, no pude con mi genio y quise tomarlo, a lo que escuchamos un ¡Grrr! que me sobresaltó y que por el momento me hizo desistir del intento y escuchamos ¡Jaja, jiji, jojo! y mis primos poco menos que se tiran al piso de la risa, mientras yo luego de mi cara de susto dejé paso a la alegría del momento. 

Cuando Betty quiso guardarlo en su mochila, el sonajero expresó ¡Puf, puf! por lo cual lo siguió sosteniendo en su mano y escuchamos ¡Rum, rum! cuando nos pusimos en marcha hacia el próximo destino. Los nombres familiares que siguieron apareciendo en el camino, fueron Neustadt, Frankestein y por fin Heidelberg. Del sonajero, por suerte solo venía un ¡Zzzz!

Las construcciones que encontramos nos mostraban el tipo de edificación que seguiríamos viendo en esta zona de Europa. Heidelberg es una ciudad que comenzó funcionando como tal a orillas del río Neckar, habitada primero por los Romanos en el año 40 d.C. Aunque los primeros escritos datan del año 800, también aquí se encontró la mandíbula del “hombre de Heidelberg” que data de 600.000 años y es el resto humano más antiguo de Europa. En el 1150 construyen el castillo, una de las principales atracciones, otra es la más antigua Universidad de Alemania, fundada en el 1350, ubicada en la plaza de la Universidad. 

Le pregunté a mi prima por su última adquisición y me refirió que al girar la base se desactivaba, lo que le permitía cierta independencia y tranquilidad. Pensé que los humanos deberíamos tener la posibilidad de desactivar por momentos a algunas compañías de nuestra vida

Al llegar, almorzamos unos mates y los clásicos sanguchitos en los bancos de la plaza principal, frente a la Universidad donde estudian 1 de cada 5 habitantes de la ciudad y donde a través de los años fueron profesores y alumnos, figuras de la talla de Karl Jasper, Alfred Weber, Hegel, Kirchhoff, Bunsen, Jensen y otras como, el hijo de Nelson Piquet o el indeseable nazi Goebels. También es bueno citar que después de la segunda guerra, en un accidente de tránsito muere en esta ciudad, el General Patton, héroe americano.

Escuchamos ¡Ohhh! y ¡Miau! y nos dimos cuenta del gato barcino que buscaba caricias.

Subiendo un escarpado camino, llegamos al castillo, de tamaño monumental y belleza particular mostrada en los jardines que lo rodean, en las ruinas de algunos de sus muros o en la plataforma que forma un parque lleno de arbustos variados y desde donde veíamos el río, el valle y el resto de la ciudad. A cada lugar que nos deteníamos aparecían las expresiones del sonajero ¡Ahh! ¡Ohh! ¡Uhh!

Al descender, fuimos caminando por la peatonal ¡Uf, uf! todo el trazado de calles angostas que vienen de la época medieval, hasta la plaza y en una cervecería disfrutamos de unos chops ¡Hmm! reteniendo en nuestra vista las típicas construcciones  con vigas de madera y balcones, con maceteros adornados de flores, de pronto escuchamos ¡Tic-tac, tic-tac! y efectivamente estábamos frente a una torre con reloj del 1400.

Llegamos al río para cruzar el puente antiguo Carlos Teodoro, construido en 1250, hasta el llamado Camino de los Filósofos, desde donde se nos presentaba una muy linda vista del castillo y todo Heidelberg, se supone que los estudiantes universitarios buscaban inspiración en los hermosos paisajes, considerado uno de los caminos más bellos de Europa. 

El puente está encabezado por un pórtico medieval con dos torres cilíndricas y enormes, al lado del cual se emplaza la réplica de la estatua de bronce de un mono muy característico ya en el siglo XVII, que fue destruido junto con la torre en la Guerra de Sucesión de 1690, escuchamos ¡Jejeje! Tocar el espejo que sostiene en su mano, asegura el retorno a la ciudad, si en cambio se desea fertilidad, se le deben tocar los testículos, que por cierto están muy brillosos. Betty, que sueña con ser mamá, se animó a tocarle “las partes” a lo que nuestro impertinente compañero expresó al instante ¡Yujuuu!

Avanzada la tarde, debíamos terminar nuestra visita a esta ciudad tan particular, el micro sobre la avenida costanera, estaba dispuesto, pero al subir surgieron los comentarios en voz alta del ¡Adiós! ¡Adiós! a Heidelberg y las últimas onomatopeyas que escuchamos ¡Aggg, Bahh! que le siguieron a un ¡Sniff, sniff! terminando con un larguísimo ¡Zzz, zzz! y desde que cruzamos el límite de la ciudad, nunca más pudimos escucharlo ni supimos que energía lo activaba. Hoy es el juguete preferido de Teodoro, el bebé de Betty de tres meses.

Charlybicen


 

lunes, 1 de febrero de 2021

¡SÍ MARITA!

—¡Si Marita!, entiendo tu entusiasmo cuando me contás lo que aparece en Instagram, pero no me engancho. Sinceramente me quita tiempo el revisar todas las publicaciones. Igual veo que mayormente son lindas y divertidas, pero me resultan muy adictivas; otro tanto me sucede con Face. Pero quiero comentarte algo sobre la pregunta: ¿Cuánto hace que no luchás? Dónde un nene de cinco años se lo pregunta a Batman y aunque te resulte inverosímil, también yo se lo pregunté…¡si, a Batman! Te cuento: Ésta semana, me sucedieron varias situaciones lindas, luego de la fiesta en el Palacio San Miguel, se concretó la cita con Aníbal, al que Marcelita lo apodó con mucha ocurrencia: ¡Batman! El encuentro fue en ese café tan lindo de Devoto. Nos conocemos bastante y aunque pasaron los años, parecía que ambos hubiéramos dado un salto en el tiempo, los últimos veinte desaparecieron, sigue siendo un seductor y su lenguaje me puede, está lleno de galanterías apoyándose en cierto acento español, marcado por haber vivido allí.

 Voy al grano, cuando toqué el tema de España, se le transformó la mirada y me dió tanta ternura, que quise saber qué pasaba. Él sabía que en una primera cita, si de algo no hay que hablar es de rupturas y demás dramas, pero mi insistencia pudo más. Al fin me contó que hacía un par de años que no veía a sus hijas. Resultó tan impactante que lo contara, que imprudentemente le tiré esa frase que hace unos días me pasaste: ¿Cuánto hace que no luchás, Batman? Lejos de tomarlo a mal, se rió con todos los dientes, con toda la boca, que no aguanté y se la comí toda, lo abracé con mucha ternura y él me dejó sin aire. ¡No te olvides que estábamos en medio de mucha gente! Pero, como cada vez sucede más en algunos ámbitos, nadie se mosqueó, siguiendo cada uno en lo suyo. Me contó, que la lucha se planteó en tribunales y aunque fue convirtiéndose en una utopía siguió luchando, pero ya no lo hace de la misma manera, hoy trata de construir y para que te pongas contenta, Aníbal se fue convirtiendo en un experto en redes sociales y es el modo que funcionó para encontrarse con sus hijas. En cuanto le cité la frase, mi Batman me recordó sorprendido, que la saqué de un posteo en Instagram que lleva por título: La gente anda diciendo.

Así que cómo verás ¡Querida! Siempre tus posteos, a mi vida, le aportan actualidad y frescura, sos como mi community manager.


Charlybicen