miércoles, 2 de marzo de 2022

60-Viajes, distancia y amor

Viajes, distancia y amor


De los Abruzzos dijo que venía cuando se presentó. Su mirada vivaz, sus gestos rústicos y la firmeza en la voz, matizada con ese acento característico, lo hacían un hombre serio y difícil. Como sacerdote, abogado y responsable en derecho canónico de la Arquidiócesis, asumí el compromiso de avanzar con el expediente. Su historia era veraz desde las pruebas, pero incomprensible para muchos.

Comenzó contando que en el pueblo donde había nacido, Nicola era amigo de dos niñas y su hermano, con  quienes compartía los juegos, aunque se llevaba mejor con la menor de las hermanas. Luego de relatar algunos juegos y costumbres de la infancia de la época, me contó que más tarde, cuando cumplió 17 años, con sus padres se fue a vivir a Roma; y pasaron cinco años en que no los volvió a ver. 

Vino la guerra y supo que su pueblo sufrió bastantes penurias. Su amigo de la infancia lo contó en algunas cartas. En la contienda, Nicola no la pasó tan mal, su comandante lo destinó a un barco de provisiones. Su último viaje tuvo cómo destino el puerto de Bs. As. Y aquí se quedó. 

Una vez terminada la guerra, la soledad y los recuerdos lo llevaron a pensar en elegir mujer. Con la nostalgia a cuestas le pidió a su amigo que le transmita al padre su deseo de casarse con la menor de las chicas. Habían pasado once años desde que las vio por última vez y a pesar que por ese entonces las chicas tendrían unos doce años, mantenía vivo su recuerdo. María Asunta la mayor y María Presenza la menor. Todo fue arreglado a través de los consulados, ya que el matrimonio debía realizarse antes del viaje. Los preparativos y las ceremonias fueron concretadas y el padre de María Presenza ya podía dormir tranquilo, su honor estaba salvado. El casamiento por iglesia estaba preparado para realizarlo el mismo día que el barco llegará a Buenos Aires. Todo funcionó a la perfección. Pasó el tiempo, tuvieron dos hermosas hijas y económicamente progresaron mucho. 

Un día, luego de veinte años, a Nicola se le presentó una duda y un deseo de viajar a su pueblo natal. Lo hizo solo y en ese viaje descubrió que había sido engañado. Aquella vez, cuando pidió casarse, su suegro pensó que era lo mismo casar primero a la mayor en lugar de la amiga preferida… total… habían pasado tantos años ... ¿Quién notaría la diferencia? Se sabía que los nombres podían ser arreglados. 


Fue en ese momento, a su vuelta del viaje, que llegó hasta mi despacho, para mostrar el engaño y la necesidad que tenía de disolver el matrimonio, tanto por civil como por iglesia. Los llantos y ruegos de sus hijas y esposa no lo amedrentaron. Él estaba profundamente herido en su orgullo, se sentía estafado. 

Luego de todo lo que demandó el divorcio, los  cité  para hacerles firmar los documentos finales.

Se presentó con la ahora ex esposa y ante el estupor de todos nos dijo al abogado y a mí:

—¡ Listo, ahora sí! Yo te elijo como esposa y ahora nos casaremos sin engaños, ni trampas.


                                                                                                                Charlybicen