lunes, 6 de diciembre de 2021

56-LA FATURA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA (versión media trucha)

LA FATURA DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA (versión media trucha)


Con la canícula, la hormiga que creía saberla lunga, sudando la gota gorda, laburaba y laburaba guardando morfi pal fresquete, mientras la fayuta cigarra, de quilombo en quilombo pasaba la vidurria sin conchabo y sin guardar lastre.

Sulfurada, la hormiga le decía: No es que abra el paraguas, pero cuando con el chiflete tengas ragú y el morfi sea escaselli te acordarás de esta otaria. ¡Mirate! Lo poco que tenés lo tirás a la marchanta. Y continuaba su lata al compás del yugo. Pero la cigarra seguía rante. Donde había laburo se piantaba. Le gustaba la pachanga, canturreando como en una merienda de negros y no le llevaba el apunte.

Una cheno de mucho ofri, estando la hormiga ensobrada en su covacha, campaneó la puerta por unos ruidos y le entró al fierrito.

—¡A la flauta!— exclamó la laburante —Te hacía engayolada. 

Ahí estaba la vaga canchereando desde una voiture de prima.

—¡Eso te habrá costado un negro con pito y todo!— dijo la hormiga.

—La cátedra te saluda. ¡Salute esclavucha! No tengas cuiqui. ¡Mirá la pinta, mirá qué trajedia! Yo me las pico con un chabón, vos seguí cotorreando. A ver cuando cambiás la croqueta esgunfiada. ¡Esto no funca! Así vas a estirar las patas sin farrear.

—¿Qué sos cafisha, empilchando bien debute, con guantes patito y todo?¿Quién es el quía?   

—¡Ni ahí!  El dolape es un gringo loco y copetudo, que le gustó mi parla, mis firuletes y parto con él. Es un carcanfún de prima, igual no manya ni medio. Mirá el royo de guita que tengo y no es capa del balurdo. Me forré, cambiá la caripela cacatúa. Prendete. Haceme la gamba que tengo una papoña pa vos o buscate un gabión o un pejerto que te haga sonreír. Salí de esta gremu. 

—Ojalá no te lleve como carne usada. No va a ser cosa que te esté dorando la píldora y te pida que le entregues el rosquete o que sea un ventajero vendedor de humo.

—Tranqui pebeta. No me verduguees, es al vesre. Ya me desafreché y quedé palmolive. Domani le canto a capela a lo yonis, 20 lucardas lechuga, dopo para los franchutes, 30 lucardas, en Atenas le canto a los gregorios otras 30. Y papita pal loro ¿La cazaste chiruza? 

—¿Así qué vas a Grecia? 

 —Al partenón, posta posta chambona. Desembuchá ¿Que te hace falta?

—Haceme una gauchada, buscalo a Esopo y decile de mi parte, que es un farabute, que no ande diciendo macanas y deje de tocar de oído, toda la vida me comí el garrón, siempre la corrí de atrás, estoy emputecida yugándola, más caliente que bombilla de aluminio y lo que diga, menefrega, que se lo cuente a serrucho y se vaya a freír buñuelos. ¿La cachaste?¡Desde ahora me voy a garufear seguido! Basta de hacerle el caldo gordo a los demás. Y la barra completamente agradecida.


Charlybicen


 

viernes, 3 de diciembre de 2021

55-MAR

MAR


Amar a Marcela y al mar era lo que lo motivaba a vivir. La marejada parecía violenta, no a nivel de maremoto, aunque la marea seguía subiendo. En la marina, todo seguía como si nada. La reparación del velero, ameritaba que siguiera martillando. En la cocina Marcela pensaba ahumar un mero, como todo marchaba lento, prefirió marinarlo. El mareógrafo señaló que la pleamar se detuvo. Las olas comenzaron la calma. El barco cesó su vaivén, la amarra estaba firme. La bajamar, dejó ver el submarino. Marrón por el óxido, casi amarillo. Marcos pudo asomarse y calmar a Marcela, su nerviosismo marcaba el clima. Era hora de echarse a la mar, se colocó la chamarra, pero antes cámara en mano, hizo algunas tomas del catamarán amarrado a estribor y del submarino a babor. El margen era escaso, la hora para marcharse se cumplía. Todo listo a bordo, el marinero soltó amarras. Marcos para confirmar su buen estado, se ocupó de no mariconear y amargar a Marcela. Que desde la cocina marcaba los movimientos. Él quería que todo terminara para amarse en el camarote. Salieron sin motor desplegando una de las velas para no alarmar a los del catamarán, que seguían de fiesta como si nada. Al confirmar que allí no faltaba nadie. Marcos apretó el botón que hizo volar la marina del amarre. La explosión del catamarán lo hizo calmar y pudo amar a Marcela en medio del mar. 


Charlybicen.