La inmiscusión surge cuando él, sangurrió la chapurra y a
ella las prominondas le quedaron expuestas. Nunca pudo mandriolar en forma
terrupta aquella situación que lo llevó a sangorotear la bopla, mostrando su
partona húmeda. La cara que enmardó, dejó ver lo poco que podía oximarla y también
con la tormentación que lo marcó en los plucos punchos pasados, sostuvo una
actunición rícila y nunca más dejó que gorateasen su denor. Ella sosmiliando
entre dientes, acrució la festación, esgundiando como nunca craturarlo hasta
florir. El, frastraslafiando el trepiscuño, no aguantó el goñazo y atravesó los
pimes como si fuese un redicuente, cayendo superto.
Mardoleja: nunca sangorotees la bopla, si el trepiscuño
está goñado.
Charlybicen
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