Papá me propuso, dar la vuelta manzana; al girar la esquina,
estaba la casa más hermosa del barrio; entonces me quedé como paralizado y con
los ojos que no me cabían en sus órbitas, vi en la vereda, al nene de la casa
subido al auto a pedal más hermoso de toda la tierra. Casi balbuceando exclamé:
— ¡Mirá papá, el auto de Fangio!— ¡Mirá es azul y amarillo!— ¡Mirá las ruedas!—
¡Mirá el volante, es igual!— ¡Mirá…..Mirá….Mirá…..
Todavía tengo presente esa imagen y mis propios gritos de
asombro, aunque lo comprendí, tiempo después, guardo también ese sentimiento de
angustia e indignación que se le produce a los niños, cuando piensan en la
injusticia que representa — ¿porqué a él sí, y no a mí?—
Hoy, cuando veo una foto de Fangio con ese auto de carreras,
no pienso en él ni en sus innumerables triunfos por todo el mundo. Visité su
museo en Balcarce, donde hay hermosos y famosos autos. Pero el más maravilloso
y mágico, que vi en mi vida, es el que tenía el nene de la casa más hermosa del
barrio.
Charlybicen
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