domingo, 18 de abril de 2021

MALDIGO LAS MALDICIONES 37

 

MALDIGO LAS MALDICIONES

¡Maldigo las maldiciones! Con esta contradicción, comienza un texto que encontré escrito en una hoja amarillenta, mientras repasaba un libro de los tantos que mi padrino me dejó como herencia. A pesar de los pocos años que pasó por nuestra vida, dejó huella en toda la familia y un gran vacío cuando ocurrió aquella tragedia que lo llevó a vivir solamente en nuestros corazones. Lo recuerdo conversador, divertido, tocaba la guitarra cantando tangos que nos emocionaban hasta las lágrimas, con textos sobre huérfanos, madres abandónicas y niñas que dejan el mundo para dedicar su vida a la oración tras los muros de un convento. También era mujeriego empedernido, siempre tenía más de una novia a la vez, y entre mis compañeros de primer año eran muy solicitados sus relatos de conquistas y performances sexuales. A los trece años todos los varones estábamos con la testosterona al límite y nuestra avidez de saber algo más de lo que normalmente para todos era tabú, lo convertía en ídolo. Entre todos sus relatos y sin la presencia de mis padres, recuerdo que nos contó de la gitana Zita y no por los detalles de sus encuentros, sino porque descubrimos un poco quienes eran los gitanos, que tanto miedo nos infundían nuestros mayores; ellos nos hablaban de que robaban chicos, entraban a las casas y encantaban a todos para llevarse  lo poco de valor que una familia podía guardar. Nos contaba que los gitanos eran un pueblo nómade que fue llegando a Europa desde el noroeste de la India, desde el siglo XIV, manteniendo en gran parte su cultura, su lengua y tradiciones. La palabra oral, siempre tuvo fuerza, atribuyéndole poderes espirituales y telequinéticos; la magia, la adivinación y el espectáculo, fueron su fuerte, desplazándose en carromatos y viviendo en carpas de dimensiones importantes para varias familias, como las que dieron origen a los circos. Muchas veces fueron acusados y perseguidos por su magia, su poder de venganza y sus conjuros malignos. Nos decía que es muy difícil revertir una maldición gitana. De hecho confesó que en una gran discusión que tuvo con la gitana Zita, cuando lo encontró en una situación comprometida con otra señorita, la gitana le lanzó varias maldiciones que él no se atrevió a repetirnos.
Esa hoja que encontré y ahora transcribo, se me hace que era parte de una carta que le escribió a Zita, como para compensar las maldiciones recibidas y no se la envió nunca: 

¡Maldigo las maldiciones!
Que rechaces las advertencias de tu padre y como castigo te halaguen los cínicos, entronizándote con una corona de rocas que te hundan en el agua que te bautiza.
Que se burlen de ti el día del espanto, cuando te alcancen la angustia y el dolor.
Que busques desesperadamente a  tu dios y no lo encuentres ni en sus lugares sagrados y te creas sabia en medio de falsos profetas y solo los necios te acojan.
Que se vacíe de amor tu corazón y ese vacío se llene de odio y sed de venganza. 
Que despiertes a los perversos, a los malvados y crean que no han terminado su obra, eligiendote para acabarla, y escapando solo encuentres tenebrosos caminos.
Te deseo que descubras tarde el sabor amargo como el ajenjo, en los labios de miel de tu amante y caigas en la trampa de su abismo profundo.
Que se derrame el último vino de tu copa en esa noche de soledad, de espanto repentino y cuando pienses que todo se acabó, que ya no hay esperanzas, descubras que sos inmortal y vivas la eternidad como ese instante. 

También quiero suponer que sólo fueron recopilaciones de distintos textos, el odio y la venganza no eran su fuerte y en lo que a mí respecta, ni siquiera me hizo bien leerlas, aunque quise ser fiel al relato, contándolo como fue.
Charlybicen.

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