jueves, 29 de abril de 2021

El monstruo de Bicen 39

 

El monstruo de Bicen


El monstruo de Bicen es una frase, pero no quiere decir que Bicen sea un monstruo, al menos no para mí; tampoco es una mascota que lleva a pasear tirando de la correa, por la tarde cuando cae el sol. Hace referencia al que lleva dentro, yo los conozco muy bien, a su monstruo y a él.

Ellos se llevan… digamos… se llevan. Han pasado tantos años desde que se conocieron, que no podría precisar cuándo fue. Si lo pienso bien, le costó reconocer su propiedad cuando algún amigo se lo señaló luego de una acalorada discusión juvenil; le dijo que se había transformado en un “ogro verde”, eso ocurrió antes de la aparición en TV, de la famosa serie el increíble Hulk y mucho antes de Shrek. Rápidamente desestimó la apreciación, pero se quedó pensando y apenas tuvo oportunidad quiso comprobar el aspecto y color de su rostro. 

No es fácil reconocer lo que somos y menos cuando las críticas son negativas a nuestras expectativas. Ogro, lo situaría en una categoría dentro de los monstruos, de los humanoides, en general gigantes y con fealdad notable, pero algunas características son subjetivas; el verdadero miedo lo provoca su propensión al daño y la violencia, igualmente tanto Hulk, como Shrek, se ganaron el cariño de los espectadores. Si bien él nunca cambió su aspecto, creo en este caso, por su facilidad para la ira, que se acerca más a Hulk.

Con los años, su monstruo interior lo siguió sorprendiendo, en cuanto a la versatilidad que presentaba. Del ogro, trató de hacerse amigo para que le ayude a ejercitar el control de la ira, aunque amigarse no deja de ser un arma de doble filo, más si consideramos su inestabilidad que pasa de dulce a monstruoso, conocer al otro es lo más importante. Con los amigos uno aprende a minimizar sus defectos, su violencia, su rivalidad, sus ambiciones desmedidas, su propensión a la discordia, su gusto por lo libertino y nos permite anteponer a esas perturbaciones, la mansedumbre, la bondad, la confianza, en definitiva, la paz, la alegría y el amor. 

Cuando nació la nieta, su vozarrón, estatura, barba y aspecto en general, lo transformaron en un nuevo monstruo, al menos para la nena que siempre lo evitaba. Esto lejos de amilanarlo, hizo desarrollar su paciencia y constancia hasta que, poco a poco, ella amó las monstruosidades que antes veía y ahora esté expectante de su llegada.

Para sus ex parejas, también representó distintos monstruos; nos decía que cuando uno se separa, tal vez un tiempo antes, comienzan a juntarse, el egoísta, el orgulloso, el vanidoso, siempre liderados por su ogro irascible, conformando así un monstruo difícil de aceptar, se los digo de buena fuente.

Tanto en el aspecto físico como en el de relación, con la mirada del otro podemos pasar de ser tiernos, a tiernos monstruos y a monstruos o viceversa, como lo fueron en la ficción La Bestia, Shrek, Frankenstein, Quasimodo y muchos otros estereotipos de la fealdad.


Está muy bueno tener un monstruo, pero mejor es tener varios, que se conozcan pero que no se junten, basándonos en teorías políticas que dicen que hay que dividir para gobernar. Nuestra paz interior depende mucho del manejo que tengamos de los monstruos que nos habitan, para no llegar a una abominable hibridación.


Charlybicen.


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