Por la ventana, veo caer la tarde, sobre el horizonte el
cielo me sorprende, tiene una luminosidad oro que va pasando poco a poco a
celeste y al azul. Veo algunos techos y árboles, a pesar de su cercanía, sólo
aprecio su contorno y se transforman, en una figura de cartón recortada puesta
allí para tapar la magia del ocaso. ¿Cuánto dura el ocaso?, la puesta del sol
así como el amanecer, tienen una magia de espectáculo natural, pero el ocaso,
me resulta que conlleva algo más de tristeza.
La nube negra, en un instante, tiene más poder que el sol.
Hoy es un día gris, lluvioso, brumoso; algunos lo
definirían, triste. Creo que triste es el aburrimiento, no suele sucederme, ni
aburrirme ni estar triste. Será que no puedo permitírmelo, pero, la tristeza
sucede sin pedirte permiso, la tristeza no permite hacer nada bien, uno sigue
haciendo por el impulso de lo ya hecho o por la obligación de cumplir un
compromiso. Otras personas, suelen deprimirse en un día gris ó en un ambiente
poco iluminado, el sol, para mí es más que calor y luz, reconozco que sólo el
hecho de ver un día soleado, me predispone para estar alegre, sin andar
buscando mucho; con el día gris, tengo que buscarle la belleza a todo.
-— ¡Qué bello ocaso! —, a las 18:40, miro por la ventana y
aparece un color naranja en el horizonte, que pasa a una mezcla con el celeste,
hasta que más arriba, es un celeste pleno. El amanecer se parece mucho, es el
mismo cielo y el mismo sol. En las personas especialmente, el ocaso y el
amanecer no se parecen, aunque ciertos comportamientos nos ayuden a asociarlos,
el olvido de los mayores se parece en algo a la ignorancia de los más pequeños,
también el control de esfínteres se parecen, lo fundamental que lo hace
distinto es la esperanza. Es probable que los niños mejoren y sepan mucho, con
los mayores debemos de tener la paciencia y el amor de lo que significaron cuando
los conocimos. Ser feliz en la vejez es un trabajo que lleva toda la vida.
Al igual que mirar por la ventana, la vida puede ser una
fiesta si descubrimos la belleza de las pequeñas cosas.
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