domingo, 21 de noviembre de 2021

53-Quelonia

Quelonia


La montaña de arena estaba allí, por años estuvo allí. Crecía y decrecía. La casa crecía y crecía.

Al llenar los baldes de pronto, dos perlas blancas aparecieron de la nada dentro del balde. Martín sorprendido, preguntó qué se trataba.. 

—Seguro son huevos— le respondí, —pero…¿esféricos?…¿en la arena?

—Son de tortuga— dijo mi suegro.

Nuestra tortuga Quelonia frecuentaba el lugar, luego de devorar la fresca lechuga con mordiscos brutales, su caminar casi siempre apuntaba a la dorada montaña, como si fuese una procesión primaveral de fe.

Pasó el invierno y un sonido de raspe a mis espaldas, llamó mi atención. Quelonia en un gesto laborioso y forzado, con sus patas traseras excavaba un pequeño pozo al pie de la montaña. Depositando a las horas dos huevos infecundos. Dos perlas en su cuna.

La construcción siguió su camino y la anécdota olvidada. Un patio de lajas cubrió el arenal.

Pero nuevamente, en el mismo lugar, marcado vaya a saber por qué GPS celestial, Quelonia insistía en querer hacer el nido excavando sobre la fría piedra, para cumplir su anual mandato divino, con sus patas traseras ya sangrantes. 


Charlybicen


 

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