EL YESERO
El yeso marcó mi infancia.
Conocí el yeso de París.
Un polvo blanco, fino e inmaculado.
Lo que toca, lo marca.
También el yesero.
Su fragua mágica.
Su dureza mentirosa.
La del yesero, también.
Cuando descubrí su ternura.
Su tiempo había terminado.
Era un artista haciendo la moldura.
Su escenario, la obra en construcción.
Nos amaba como a la libertad y a la alegría.
La música, Gardel y las historias.
Siempre lo vi feliz.
Charlybicen
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